sábado, 12 de mayo de 2007

Alcances en un contexto de inequidad

El día martes 8 de Mayo de este mismo año se realizo en la Pontificia Universidad Católica de Chile el seminario ¿HACIA UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD? Análisis del Proyecto de Ley General de Educación, al cual asistí con mi muy querida amiga, Karina Z. El seminario dividió su trabajo en dos paneles, cada uno con un tema específico a tratar: el primero, encargado de dialogar sobre los principios que orientan la LEGE y el segundo, de los mecanismos propuestos para resguardar la calidad de la educación. Siendo ésta una ley general, siendo el debate político increíblemente abierto, y en ausencia de criterios técnicos de base (no porque no los haya, sino por simple e incompetente omisión), las opiniones tendieron más a la diversidad que al acuerdo. Por un lado, y con justa razón, tenía a mi lado a una Karina profundamente horrorizada con Patricia Matte, especialmente con eso de que el sistema era demasiado "inclusivo" (o sea, no se pueden expulsar alumnos por repitencia o simple rendimiento). Por otro, tuve la oportunidad de verme inmerso en el mágico encanto de Brunner, único expositor sin corbata, único expositor sin PowerPoint, único expositor al que la audiencia casi aplaude de pie. El perfecto encantador de serpientes. En fin, que la experiencia sirva de excusa para lo que sigue.
Selección: ya el Consejo Asesor rescataba la diferencia entre selección y discriminación, siendo la primera en base a reglas de competencia sustentadas en el desempeño, y la segunda, en base a "razones arbitrarias", como la estructura familiar, la discapacidad, las dificultades de aprendizaje, etc. No tengo problema alguno en aceptar esta distinción y, es más, la apoyo. Creo que quienes atacan esta propuesta de la LEGE, la de eliminar la selección entre primero y octavo básico, se equivocan al asumir que esta iniciativa se implementa por ser la selección discriminatoria. El problema radica en la selección por si misma, que aplicada en un contexto constitucional de igualdad (y en un contexto económico de financiamiento público), es simplemente ilegítima. El argumento central en favor de la selección es la estabilidad del Proyecto Educativo de cada establecimiento. Dicen los afectados que, sin selección, ¿cómo podrían asegurar que el alumno (y ponen especial hincapié en la idoneidad de los padres) esta en consonancia con los principios inspiradores del colegio? Primera cuestión a decir a Doña Patricia Matte: USTED NO MATRICULA FAMILIAS, MATRICULA ALUMNOS!!! La capacidad de trabajar con el contexto familiar del estudiante es parte de lo que se considera la EFICIENCIA del establecimiento. Ahora, el argumento a favor de eliminar la selección es sencillo: usted, señora, señor, cuando va a comprar el pan, paga un cierto impuesto por eso... que decir cuando compra un auto o una casa. Pues bien, parte de ese dinero, que es público (completamente público, o sea, de la masa y para la masa) se destina a la educación. Y la pregunta cae por su propio peso: ¿por qué el establecimiento X se da el lujo de "seleccionar" a mi niño, si el financiamiento del mismo viene también de mi bolsillo? Además, y esto es lo que más fuerza tiene, a mi parecer, si todos los chilenos nacemos, por constitución, iguales en dignidad y derechos, ¿es posible, legalmente, realizar una selección con respecto a un DERECHO PUBLICO asegurado como tal constitucionalmente? La señora Matte olvida, según veo, que la educación, por mucho que el mercado diga lo contrario, no es un BIEN PÚBLICO, sino un DERECHO CONSTITUCIONAL, y que ella, al elegir libremente poner un establecimiento, lo que hacía era comprometerse, por libre opción, a impartir ese derecho en el país.
Profesores: a pesar de mi opinión anterior, creo que es arriesgado sacar la selección en un plazo corto de tiempo. ¿Por qué? Porque la capacidad profesional de los profesores, así como también la capacidad real de los establecimientos para la intervención pedagógica, es baja, si no nula. Ya hacia el alcance Karina: "¿por qué no hay ningún profesor de aula sentado ahí, junto con alguno de ellos?" Arturo Fermandois rescataba esta profunda deficiencia, en lo que respecta a conocimiento disciplinar (filosofía, física. biología, etc.) y a conocimiento pedagógico. Y es este último, probablemente, el más importante. Un profesional es, dicho de manera sencilla, una persona capaz de tomar ciertas decisiones en ciertos contextos, decisiones que otra persona, sin la formación de aquel, no podría tomar. Me disculparan lo gráfico del problema, pero ¿alguien me puede decir dónde esta el carácter profesional de las decisiones que actualmente toman la gran mayoría de los profesores en el aula? Si un alumno "hace desorden", la decisión más profesional que toma el educador es "anotarlo en el libro". Si un alumno no aprende, el profesor toma la decisión de "ponerle un rojo". Y ahí termina la historia. La formación especifica de competencias para la intervención pedagógica esta profundamente descendida, motivo por el que comparto la opinión del señor Fermandois: LAS UNIVERSIDADES TIENEN UNA DEUDA SOCIAL TREMENDA!!! Son ellas las llamadas a la formación de profesionales de calidad, son ellas las llamadas a asegurar que no dejaré a mis hijos con un profesor incapaz.
Lucro: estoy de acuerdo con Monseñor Héctor Vargas, cuando afirma que cualquier cambio que se haga al sistema educativo debe ser guiado por el objetivo final de mejorar la calidad de la educación. Lamentablemente no hay dato alguno que relacione al lucro con la calidad de la educación. Lamentable, porque debería venir una discución con miras republicanas sobre la legitimidad de lucrar con un derecho constitucional. Cosa que me parece improbable: como decía Lamarca hace algún tiempo, el empresario chileno no suelta fácilmente lo que le beneficia.
Calidad de la educación: ...
Si la educación fuera como espero, hace rato que estaríamos explorando la galaxia.